domingo, 20 de enero de 2008

Dos Platos postre y nada mas

El menú del día es muy habitual. En ocasiones la carta del restaurante se escapa a las posibilidades económicas del cliente. Otras veces simplemente por cuestión de elección o comodidad porque ¿quién no ha pedido alguna vez un menú del día?

Una de las mayores virtudes de los menús del día que ofrecen los restaurantes es su bajo precio respecto a los demás platos ofrecidos en la carta. Además la elección suele ser mucho más sencilla debido a que la oferta, tanto de platos como postre, es más reducida.

El menú del día es siempre una alternativa válida. Incluso se ha desligado de la fama de ser una elección para quién no posee una economía desahogada. Con esta oferta acompañada de otro menú especial, pero también del día, se ha “dignificado” esta parte de la carta del restaurante.

Pero los restaurantes no están obligados a incluirlo entre su oferta. A pesar de ser una práctica habitual no existe una normativa sobre tales menús. Sí la hay, en cuanto a su existencia, pero no en cuanto a que deba existir en todos los establecimientos.

Problemas del menú

Una mala combinación de alimentos puede llegar a causar problemas. La acertada, favorece la buena digestión; la inadecuada puede dificultarla. Uno de los problemas que presentan los menús del día es que muchos ofrecen una baja calidad nutritiva. Eso a pesar de que la oferta de platos es muy variada. Las máximas de la nutrición son dos. Primero, comer de todo en pequeñas cantidades; en segundo lugar, no abusar de las frituras. Aquí se plantea el problema con los menús del día.

Las personas que suelen comer habitualmente un menú del día pueden acabar cansados de ingerir frituras. Ello conlleva una saturación en el aspecto gastronómico y un perjuicio para la salud por el exceso de grasas. Estas suponen un incremento del peso o del colesterol. En muchos casos, es un problema saber cada cuánto tiempo se cambia el aceite utilizado para las frituras. Este dato es importante pues el aceite puede tener muchos residuos al emplearse varias veces.

Exigencias y opciones

El mayor inconveniente de los menús del día es que la gente se cansa de ellos. No en cuanto a su variedad, porque un restaurante puede presentar uno diferente cada día de la semana. Lo que sucede es que el tipo de cocina es el mismo, satura y genera cansancio.

Las características comunes que presentan son tres: mucha grasa, muchas combustión y poco producto fresco. La opción dentro del menú del día pasa por sustituir productos dentro del menú o prepararlos de forma diferente. Por ejemplo, incluir más productos frescos en vez de congelados (caso del pescado) o prepararlo de diferente manera (pescado a la plancha en vez de frito).

También muchos bares o restaurantes ofrecen menús a trabajadores mayoritariamente del sexo masculino. Al tener estos una mayor capacidad corporal requieren más cocidos que ensaladas, verduras, etc. Las legumbres son recomendables aunque a veces están demasiado condimentadas, lo que equivale a un exceso de grasa.

El tener que ajustar el precio conlleva también la poca presencia de productos frescos como pescado o verdura. La normativa de higiene y seguridad es aplicable a toda la carta. Pero se intenta regular las exigencias en función del número de comidas ofrecidas y de su tipo.

No es lo mismo un restaurante dedicado a ofrecer banquetes que otro que ofrece al cabo del día unos pocos menús. A más menús ofrecidos, más exigencias de todo tipo. Hay unos baremos en cuanto a las exigencias requeridas sobre los frigoríficos utilizados. Por ejemplo, respecto a su capacidad de frío, a la separación entre alimentos crudos y cocinados, etc. En muchos restaurantes esto es algo inviable.

Otro requisito es no utilizar mayonesas caseras y usar huevos pasteurizados (por ejemplo, si no se cuaja una tortilla). Existen inspecciones higiénico-sanitarias habituales en cuanto a estos temas. En definitiva, la calidad debe ser parecida en un menú del día respecto a la de los platos de la carta. Pero la seguridad siempre ha de ser la misma. Esta es una obligación y la calidad, un valor añadido.

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