viernes, 18 de enero de 2008

producto resultante de una serie de manipulaciones

La mayoría de los alimentos que habitualmente forman parte de nuestra dieta son el producto resultante de una serie de manipulaciones más o menos intensas de los productos alimenticios, con el fin de asegurar su higiene, mejorar sus cualidades organolépticas (aquellas que apreciamos mediante los sentidos; color, aroma, sabor, textura..) y facilitar al consumidor su preparación y consumo.

Pastas (lasagna, canelones..), ensaladas variadas, croquetas, empanadillas, menestras, paellas… La lista de alimentos precocinados es cada vez más amplia, al igual que su público. Es indudable que la posibilidad de hacer una sopa en tres minutos, o una paella en diez y sin manchar ni una cazuela ni un mueble en toda la cocina, es una idea más que tentadora; pero la prisa no siempre es buena consejera de una alimentación equilibrada y saludable. Lo cierto es que este tipo de productos no son los más indicados, al menos para consumirlos todos los días.

No es oro todo lo que reluce y este tipo de productos no son los más indicado, al menos para consumirlos todos los días. Aunque sea una verdadera lástima, hay que reconocer que las comidas preparadas no son tan nutritivas como las caseras, esas que, en ocasiones, llevan toda una mañana. La razón de esto es que generalmente dichos alimentos ya están cocidos, por lo que pierden una gran cantidad de nutrimentos. Además, cada vez que se calientan abandonan buena parte de su aporte de vitaminas.
Otro de sus inconvenientes es que suelen ser platos muy condimentados y a veces demasiado fuertes, por lo que provocan digestiones pesadas. Por otro lado, contienen más azúcar y sal que los que se realizan en casa, entre otras cosas, porque el sodio se utiliza desde hace siglos como conservante y se sigue haciendo.

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